LOS MERITOS ESPIRITUALES DEL KESA
por Eihei Dōgen


El Shōbogenzō del maestro Eihei Dōgen incluye dos capítulos dedicados al kesa, el manto del monje budista, el Kesa Kudoku, "Los Méritos Espirituales del Kesa", y Den'e, "La Transmisión del Kesa". Ambos documentos son muy semejantes en cuanto a contenido, aunque el segundo detalla algunos de los aspectos que aparecen en el primero. Dōgen no cesa de repetir en ambos dos conceptos. Primero, que lo que él da a conocer és pura y llanamente lo transmitido por su maestro chino Tendō Nyojō, y que no és más que el legado recibido de generaciòn en generación, de maestro a discípulo, desde la época del Gran y Único Maestro, el Buda Shakyamuni. Por tanto, que es lo auténtico. Y en segundo lugar, que el kesa posee tan grandes méritos que ningún buda ha conseguido el Nirvana sino vistiéndolo.
Josep Manuel Sō-sen Campillo, monje budista zen


Kesa Kudoku

Los Méritos Espirituales del Kesa


El manto y la enseñanza que los budas han pasado directamente a los budas, y los patriarcas a los patriarcas, fueron transmitidos sin lugar a dudas correctamente a China por Bodhidharma, nuestro noble patriarca del Monte Suzan (1), y sólo por él. Este noble patriarca era la vigésimo octava generación después del Buda Shakyamuni. En la India fue el vigésimo octavo del linaje que obtuvo legítimamente la Transmisión, y, en su calidad de vigésimo octavo patriarca, arribó a China, dónde fue conocido como el primer patriarca chino. Los de nacionalidad china fueron cinco transmisiones hasta llegar a Daikan Enō (2), que se convirtió en el trigésimo tercero de los sucesores, y que fue llamado el sexto patriarca chino. El conocido como el trigésimo tercer patriarca y maestro Zen, Daikan Enō, recibió la genuina transmisión del kesa y del Dharma una medianoche, en el Monte Ōbai (3). Aceptó y cuidó el kesa por el resto de su vida, el cual todavía es venerado en Hōrin-ji, en el Monte Sōkei (4).

Sucesivas generaciones de emperadores chinos solicitaron respetuosamente que aquel manto fuera conducido a su corte a fin de ofrecerle ofrendas e inclinarse reverentemente ante él. Fue gente que lo protegió como un guardián espiritual. Durante la dinastía Tang, los emperadores Chung-tsung, Su-tsung, y T’ai-tsung (5) lo hicieron llevar repetidamente a la corte para que pudiera ser venerado. Cada vez que era solicitado, o era enviado de regreso, lo acompañaba un emisario, emitiéndose un decreto para este fin. En una ocasión, el emperador T'ai-tsung, al devolver el manto de Buda al Monte Sōkei, emitió el siguiente decreto: "Tengo el placer de confiar al comandante general Liu Chung-ching, Pacificador de Nuestra Nación, la devolución de este manto con todas las atenciones. Declaramos que este manto, es un Tesoro Nacional. Abad Venerable, ruego que lo resguardéis de manera segura en vuestro templo, colocándolo bajo el riguroso cuidado y protección de los monjes de vuestra comunidad que hayan recibido personalmente los principios de nuestra religión, y que no dejen caer este kesa en el olvido".

Ciertamente, como rey de un pequeño país, sería mejor no tener influencia sobre ninguno de los tres mil millones de mundos, incontables como las arenas del Ganges, sólo por tener la oportunidad para ver realmente el manto del Buda y hacerle una veneración como ofrenda, ya que en verdad sería obtener una afortunada vida en el ciclo de nacimiento y muerte. Sería, de hecho, lo máximo en la vida de uno.

Sin duda, en ningún lugar de los tres mil mundos por los que se ha extendido la influencia del budismo, el kesa no ha estado ausente*. Fuera como fuere en los tiempos pasados, el único que recibió el kesa del Buda que había sido transmitido de persona a persona, de sucesor a sucesor, fue nuestro antepasado del Monte Suzan. El kesa del Buda no fue concedido subsidiariamente a ningún otro discípulo. A pesar de la transmisión a través del bodhisattva* Bhadrapala, un descendiente subsidiario dela vigésimo séptima patriarca fue, sin lugar a dudas, dada al maestro de Dharma Jō en el siglo V, pero no tuvo lugar la transmisión del genuino kesa del Buda. Del mismo modo, el cuarto patriarca chino, el gran maestro Daii Dōshin, llevó a la otra orilla al maestro Zen Hōyū del Monte Gozu, pero no le pasó el kesa del Buda. Pues bien, a pesar de que una persona pueda no haber recibido la transmisión directa de la herencia, el genuino Dharma del Tathāgata no está nunca carente de mérito espiritual, de manera que, por miles, o mejor dicho, por miríadas de millones de años, sus beneficios siguen siendo grandes y de gran alcance. Aunque, obviamente, a quien no le haya sido Transmitido no puede ser considerado comparable a aquel al cual sí que le ha sido transmitido por un sucesor directo.

Por consiguiente, si tanto gente común como de alto rango han aceptado y cuidado el kesa, tendría que haber pasado a ellos la auténtica transmisión de los budas y de los antiguos patriarcas. En la India y en China, durante los períodos de la genuina enseñanza del Dharma, los cabezas de familia todavía cuidan el kesa que aceptaron. Pero ahora, en estos débiles y degenerados tiempos en una tierra remota como la nuestra, los que se afeitan la cabeza y la barba y que se llaman así mismos discípulos del Buda, no cuidan del kesa que han recibido. Por desgracia, ni creen, ni saben, ni entienden claramente que deben cuidar lo que han aceptado, por no hablar de su falta de conocimiento acerca de sus materiales, colores o medidas y ni mucho menos, de la manera de vestirlo.


El kesa, desde la antigüedad, ha sido llamado "el hábito de la liberación", porque nos puede liberar de todos nuestros obstáculos, ya sean de los efectos kármicos* de nuestros actos pasados, de nuestras pasiones contaminantes, o de los efectos por renacer en uno de los Seis Mundos de la existencia (6). En caso de que un dragón sea capaz de obtener un único hilo de un kesa, será liberado de sus tres formas de dolor (7). En caso de un buey sea capaz de rozar un kesa, ni que sea con un cuerno, sus corrupciones del pasado desparecerán espontáneamente. Al realizar la budeidad, cada buda, sin excepción, ha vestido el kesa, por lo que obviamente es por ello que vestirlo se describe como el más venerable y el más elevado de los méritos espirituales.

Cierto que hemos nacido en un remoto país al que le ha llegado el Dharma en sus últimos días, es triste. pero, aun así, hemos encontrado el manto y la Enseñanza recibidos de buda a buda, generación tras generación, entonces ¿qué mayor alegría puede haber? ¿Qué otra tradición posee correctamente transmitido tanto el manto como el Dharma del Venerable Shakyamuni tal como ellos nos lo han transmitido directamente? Incluso si, en lo que dura sólo un día, renunciamos a nuestra vida física por tiempos incontables como las arenas del Ganges, todavía podríamos hacer humildemente ofrendas tanto al manto como al Dharma. De hecho, debemos prometernos que, al encontrarnos con éstos en la vida que haya tras la vida, generación tras generación, nosotros debemos elevarlos humildemente por encima de nuestra cabeza, hacerles ofrendas y venerarlos.

A pesar de que nos encontremos alejados de la tierra natal de Buda por más de cien mil leguas de montañas y mares demasiado difíciles de atravesar, espoleados por nuestras buenas acciones en alguna vida pasada, esas montañas y mares no representan, sin embargo, un obstáculo que bloquee nuestro camino, como tampoco que nos ahuyenten o rechacen ineptos o ignorantes guardas de fronteras. Habiendo encontrado respetuosamente la Enseñanza genuina, la ponemos en práctica día y noche para nuestra mejor capacidad; cuidando del kesa, que respetuosamente hemos aceptado, lo custodiamos y protegemos, adquiriendo constantemente felicidad en ello. ¿Podría ser esto posible sólo por el cultivo de méritos espirituales bajo la tutela de únicamente uno o dos budas? Al contrario, es debido al cultivo de todo tipo de méritos espirituales bajo la tutela de todos los budas, tan numerosos como las arenas del Ganges. Y aunque fuera debido a nuestros propios esfuerzos, debemos sentir respeto por el manto y el Dharma y debemos regocijarnos de sincero agradecimiento. Debemos mostrar nuestro afectuoso agradecimiento a los antiguos maestros por su profunda bondad en la transmisión del Dharma hasta nosotros. Dado que incluso los animales agradecen la bondad recibida, ¿cómo podrían los humanos no comprender esa bondad? Los que no reconocen esa bondad, es que todavía son más torpes que los animales.

Cuando se trata de los méritos espirituales de esta ropa del Buda y de este Dharma del Buda, si no hubieran existido antiguos maestros que hubieran transmitió el Budadharma verdadero, el resto de nosotros todavía no seríamos capaces de vislumbrar, y mucho menos comprender, lo que son dichos méritos. Si sois capaces de obtener placer en la búsqueda del rastro dejado por los Budas, gozaréis todavía más de este Dharma.

Hasta pasados cien mil miríadas de generaciones, la gente será capaz de reconocer esa auténtica transmisión como la auténtica transmisión. Este será el Dharma del Buda. La prueba de su autenticidad, sin duda, será evidente.


No se puede comprar la Transmisión con añadir agua a la leche, ya que a lo que más se asemeja es a la entronización de un príncipe heredero. Cuando hacemos uso de leche, a pesar de que haya sido diluida con agua, todavía sirve y se puede beber si no hay posibilidad de ningún otro tipo de leche. Sin embargo, si no le hemos podido añadir agua, no se puede emplear en su lugar ni aceite, ni laca, ni sake (8). La Transmisión genuina puede compararse con estas analogías. A pesar de que uno sea un pésimo discípulo de un mediocre maestro, si existe una transmisión auténtica, es como emplear ese tipo de leche diluida. No obstante, la verdadera transmisión de buda a buda y de patriarca a patriarca es más parecido a la entronización de un príncipe heredero. Si hasta las seculares enseñanzas de Confucio nos exhortan a no usar ropa que difiera de la usada oficialmente durante el mandato del anterior gobernante, entonces ¿por qué un discípulo de Buda viste cualquier tipo de manto distinto al que vestía el Buda?


Al inicio del décimo año de la era Eihei [año 67 de la era actual], durante el reinado del emperador Hsiao-ming (9) de la última dinastía Han, monjes y discípulos laicos fueron y vinieron sin cesar de la India, en el occidente, a sus países de origen en el oriente, siguiendo los pasos de sus predecesores, tal como se cuenta. A pesar de ello, ninguno de ellos participó haberse encontrado en la India con un antiguo maestro de la auténtica transmisión, de buda a buda y de patriarca a patriarca; ninguno de estos viajeros tuvo cara a cara a un heredero del linaje de la transmisión directa del Tathāgata. Sólo encontraron a maestros de Sutras y de comentarios sobre sutras, trayendo así copias de sutras y de textos escolásticos escritos en sánscrito. De todos aquellos, ninguno dijo haber conocido a un maestro que hubiera sido un genuino heredero ancestral del Dharma de Buda, ni nadie se enteró sobre la existencia de un antiguo maestro que les hubiera pasado a ellos el kesa del Buda. Está bastante claro que no cruzaron el umbral del Dharma de Buda en el sentido más profundo del término. Gentes como éstas son las que no han comprendido claramente la importancia de la frase "la verdadera transmisión de los budas y de los patriarcas”.


Cuando el Tathāgata Shakyamuni confirió a Makakashō (10) el Dharma de Suprema Sabiduría -que es la Casa del Tesoro del Ojo de la Verdadera Enseñanza-, le pasó a al mismo tiempo el kesa que el buda Kashō le había transmitido directamente a Él. Era el kesa que generación tras generación de herederos genuinos fue recibido hasta el maestro Zen Daikan del Monte Sōkei, que fue el trigésimo tercero sucesor. Los materiales, colores y dimensiones del kesa fueron transmitidos de primera mano. Desde entonces, los descendientes en el Dharma de Seigen y de Nangaku obtuvieron directamente la transmisión del Dharma en persona, empleando los métodos enseñados por los patriarcas para vestir el kesa, y siguiendo los métodos enseñados por los patriarcas para su confección (11). Si no se ha aprendido el significado profundo que hay detrás de la manera de lavar y limpiar un kesa, así como el procedimiento para su aceptación y cuidado -ambas cosas conferidas cara a cara a través de generaciones de sucesores-, no hay posibilidad de que esa persona sepa de ellos.


Se dice que hay tres tipos de kesa: el manto de cinco bandas, el de siete bandas, y el gran manto de nueve o más bandas. Incluso aquellos cuya práctica es la más exquisita aceptan sólo estos tres mantos, y no acumulan mantos adicionales. Sólo usan esos tres kesas, suficientes para las necesidades de su cuerpo.

Para llevar a cabo los asuntos diarios o para asistir a los deberes cotidianos del monasterio, o para cuando se sale fuera para atender asuntos grandes o pequeños, se usa uno de cinco bandas. Cuando se comparte con la sangha la asistencia a todo tipo de actos espirituales (12), se usa un kesa de siete bandas. Para generar respeto y confianza cuando se imparte enseñanza tanto a gente común como de alto rango, se debe vestir un gran manto de nueve o más bandas. Así mismo, cuando no hallamos en la soledad de nuestra habitación, se lleva el kesa de cinco bandas. Cuando nos unimos a la sangha, hay que llevar el manto de siete bandas. Cuando vamos a la residencia de un gobernante o entramos en un área poblada, por todos los medios, debemos ponernos el manto grande. Además, si es la estación cálida, nos pondremos el kesa de cinco bandas, pero cuando el tiempo se vuelva frío, añadiremos el manto de siete bandas, y cuando el frío se vuelva intenso, añadiremos también el gran kesa.

Una vez, en tiempos pasados, una noche a mediados de invierno éste se recrudeció, y el tiempo se volvió tan frío que resquebrajó el bambú. Por el atardecer, el Tathāgata estaba usando una kesa de cinco bandas. A medida que la noche avanzaba y hacía más frío, agregó uno de siete bandas. Pero a últimas horas de la noche, el frío se había vuelto cada vez más intenso, por lo que agregó su gran manto. El Buda de inmediato sentenció: "para las generaciones venideras, todos los buenos discípulos que se encuentren con un frío insoportable tendrán suficiente con abrigarse con esos tres mantos”.


Los métodos para el uso de Kesa

La manera usual de llevar el kesa es la de dejar el hombro derecho al descubierto. Hay una manera para llevarlo sobre ambos hombros, lo cual fue costumbre del Tathāgata y de los monjes más ancianos y veteranos (13). Aunque se describe simplemente como que cubre “ambos hombros”, hay momentos en que el pecho queda expuesto y momentos en que queda cubierto. La cobertura de ambos hombros es para cuando se lleva un gran kesa de al menos sesenta piezas (14).

Para ponerse un kesa ordinario, hay que llevar las dos esquinas superiores juntas hacia el brazo y el hombro izquierdos, colocando una encima de la otra. Se lleva el borde izquierdo al frente, dejando que éste monte encima del borde vertical derecho que está escondido entre el brazo izquierdo y el torso; el borde izquierdo queda montado sobre el brazo izquierdo (15). Con el gran kesa, se pone la esquina del frontal del kesa sobre el hombro izquierdo y se deja caer de modo que cuelgue abajo por detrás nuestro. Además de estos métodos, hay varios más para vestir un kesa, y vosotros lo debéis buscar como parte de vuestro entrenamiento y práctica.

En los tiempos de las dinastías chinas Liang, Ch’en, Sui, Tang y Song (16), muchos de los eruditos, tanto en el Gran Vehículo como en el Pequeño Vehículo (17), abandonaron su preocupación por dar conferencias sobre los Sutras al darse cuenta de que esto no era el objetivo final. Y se esforzaron por explorar la Enseñanza de la genuina transmisión de los budas y de los patriarcas, momento en el que invariablemente desecharon sus anteriores ropas mundanas y tomaron el kesa que los budas y los patriarcas habían enseñado correctamente. Así fue verdaderamente el abandono de lo falso y la vuelta a lo que era de derecho.


La verdadera enseñanza del Tathāgata se originó en la India, como todos sabemos. Muchos maestros del pasado y actuales han hecho suyas opiniones poco profundas de gente prosaica, alimentadas por sentimentalismos o una estrechez de miras. Debido a que el Reino de Buda y los reinos de los seres sensibles están más allá de nociones como "lo limitado" o "lo ilimitado”, las enseñanzas, prácticas y razonamientos tanto en el Gran Vehículo como en el Pequeño Vehículo no entran en los estrechos pensamientos de la mediocre gente de hoy en día. Al mismo tiempo, hay quien en China argumenta absurdamente que la India no es la fuente, sino que es China, y sustentan esa provinciana visión como una brillante idea propia, sustrayéndola del Dharma del Buda. En consecuencia, si los que hoy han despertado a su naturaleza de Buda han decidido a aceptar y respetar el kesa, deben aceptar y mantener al kesa que ha sido genuinamente transmitido; y no deben aceptar o cuidar ciertos kesas creados según la “brillante idea” de alguien.

Un “kesa genuinamente transmitido” es el que ha sido genuinamente transmitido desde el monasterio de Shōrin-ji al del Monte Sōkei, y que es el que ha sido recibido generación tras generación de sucesores del Tathāgata sin saltarse ni una sola generación. Lo que llevaban esos discípulos del Dharma y sus discípulos en el Dharma era, precisamente, el kesa verdaderamente transmitido. Lo que ha sido recientemente diseñado en China no es la genuina transmisión. Los miembros de la sangha que vinieron de la India todos llevaban el mismo estilo de kesa como el que fue realmente transmitido por los budas y los patriarcas; ninguno de esos monjes nunca ha llevado un kesa como el recién inventado por aquellos chinos, los cuales además han formado una camarilla que se dedica al estudio académico de las reglas monásticas. La gente mal informada puede confiar en el kesa de los escolásticos; pero los que tienen una mente clara lo apartan de sí.


En términos generales, los méritos espirituales del kesa -que fue transmitido de buda a buda y de patriarca a patriarca- son claros, y estos méritos son de fácil aceptar y confiar. La genuina transmisión del kesa ha sido debidamente heredada; su forma original ha sido entregada personalmente al sucesor, y actualmente existe aquí y ahora. La práctica de aceptar y cuidar el kesa ha llegado hasta el presente juntamente con el Dharma heredado. Los antiguos maestros que lo recibieron y cuidado, siendo todos a la vez maestros y discípulos, han sido los que han dado cuenta de la misma Verdad y transmisión del Dharma. Como consecuencia de ello, debemos hacer nuestros kesas de acuerdo con los métodos correctamente transmitidos por los budas y los patriarcas, ya que su método es el único de una auténtica transmisión. Esto es lo que todos deben llegar a conocer y comprender, ya sea legos o santos, nobles o plebeyos, dragones o deidades.

El kesa pasó a existir para coincidir con la difusión del Dharma. Una vez que se ha ajustado alrededor del cuerpo y ha sido aceptado, y aunque sólo sea cuidado por un momento o por un instante, se convertirá en un verdadero amuleto que nos salvaguardará en nuestra decisión de realizar la Gran Sabiduría (18). Si imbuimos nuestro confiado corazón con una simple línea del sutra o con la totalidad de los Versos del Kesa, esto será una semilla para nuestra mente luminosa por largos kalpas en el futuro que, en última instancia, nos conducirá a la Sabiduría Suprema. Así mismo, al ser infundidos nuestro cuerpo y mente de una única enseñanza o de una única buena práctica, el resultado será el mismo. Los pensamientos en nuestra mente surgen y desaparecen momento a momento, sin embargo, ni uno subsiste permanentemente. Nuestro cuerpo está naciendo y muriendo a cada instante, pero en ninguna parte existe un lugar donde subsista de forma permanente. Sin embargo, los méritos espirituales de nuestra práctica tendrán, sin duda, su momento de fructificación que nos va a liberar. Por tanto, el kesa no es simplemente una cosa manufacturada, ni algo que surja espontáneamente de la naturaleza, ni algo que siempre haya existido en algún lugar, ni es algo que exista en alguna parte: es lo que los budas, y solamente los budas, en último término todos han realizado. Sea como sea, los méritos espirituales de lo que es realizado por los practicantes que aceptan y cuidan el kesa, sin duda, llegará su plenitud, y, sin duda, los conducirán a lo más elevado. En cuanto a los que han sembrado malas semillas anteriormente, aunque fueran a someterse a uno o dos más tiempos de vidas, a través de inconmensurables ciclos de vida, no serían capaces de ver un kesa, ni usar un kesa, ni aceptar un kesa con corazón confiado, ni entender claramente lo que es en verdad un kesa. Si nos fijamos en la China y el Japón de hoy, veremos que hay personas incapaces de hacerlo, pero no porque sean ricos o pobres, ni porque tengan pocas luces o sean listos, sino que el uso de un kesa se debe a haber sembrado buenas semillas en el pasado.

Como consecuencia, los que aceptan y cuidan el kesa deben regocijarse de haber sembrado buenas semillas en el pasado, y no deben dudar de que se ha obtenido por méritos y virtudes acumulados. Los que aún no han obtenido un kesa deben aspirar a uno y, de inmediato, en esta vida, ocuparse de plantar semillas de buena calidad. Los que no son capaces de aceptar y cuidar el kesa debido a algún impedimento espiritual, deben, por vergüenza y remordimiento, admitir sus errores ante todos los budas y tathāgatas, así como ante el Triple Tesoro del Buda, el Dharma y la Sangha. ¡Cuántos seres de otras tierras deben desear que el manto y el Dharma del Tathāgata les hubieran sido introducidos directamente a ellos de la misma forma que fueron transmitidos a China, y que ahora estuvieran presentes también en su país! ¡Qué profunda sensación de vergüenza deben sentir! ¡Qué dolor y pesar deben tener de que no haya habido una transmisión genuina en su país! ¿Es por un bienaventurado azar que nos hayamos encontrado con la Enseñanza del Tathāgata, el Honrado por el Mundo, que nos ha transmitido directamente el manto y el Dharma? Sin duda, se debe a los grandes méritos espirituales acumulados en vidas pasadas, y que ahora se invierten en el camino para la realización de la Verdadera Sabiduría.


Ahora, en este degenerado mundo en el que el Dharma se encuentra en su último período, hay quien no siente vergüenza alguna por sí mismo por carecer de la transmisión genuina, mientras que otros envidian o recelan de los que han recibido la transmisión genuina. Sospecho que este tipo de gente debe ser una banda de espíritus malignos. Tal como están las cosas para ellos ahora, y del estado de su existencia actual, les ha surgido de sus obras anteriores y no de los que es verdaderamente real. Si recapacitaran y simplemente respetaran la auténtica transmisión del Dharma del Buda, sería como tomar realmente refugio en el aprendizaje sobre lo que es el Buda.


Habitualmente, debemos darnos cuenta de que el kesa es lo que todos los budas reverencian devotamente. Es el Cuerpo de Buda; es la mente de Buda. Se le llama "la prenda de liberación". Se le denomina “manto como un campo fértil de bendiciones”. Se le designa como “vestido sin forma”. Se le dice “hábito sin igual". Es denominado "manto de la tolerancia y la paciencia”. Se le llama "manto de un Tathāgata”. Es mencionado como "manto de gran benevolencia y gran compasión”. Se dice que es “manto que es bandera de la victoria”. Se le califica como “manto de la suprema y absolutamente perfecta Iluminación”. En verdad, bajo esos enunciados debemos aceptarlo, cuidarlo y, humildemente, levantarlo por encima de nuestras cabezas. Debido a que es tal como se le describe, no es algo que pueda ser alterado según la fantasía personal de uno u otro.


En cuanto al material para un kesa, utilizaremos telas de seda o de algodón, según nos convenga. Ni el algodón es necesariamente "puro", ni la seda es "impura". Elegir la seda porque se suponga inferior al algodón no es justificable, sino incluso ridículo. La orientación habitual de los Budas ha sido, sin lugar a dudas, considerar como óptimo un kesa hecho de paños inmundos.

Hay diez tipos de telas de deshecho, cuatro de los cuales son las que poseen quemaduras, las mordisqueadas por un buey, un tejido roído por las ratas, o una tela que haya servido antes como mortaja. La gente de las cinco regiones de la India abandona esos harapos en callejones y baldíos. Y dado que tienen la misma consideración que las inmundicias corporales, se les califica de "paños inmundos”. Los discípulos los recogen, los lavan y los tiñen, y luego los cosen para su uso como manto con el que proteger el cuerpo. Entre esos aquellos hay retales de seda y de algodón. Los discípulos deben abandonar cualquier noción discriminatoria sobre la seda o el algodón, y concentrarse en el significado de “material inmundo desechado”. Hace mucho tiempo, cuando el Buda se hallaba en una de sus últimas vidas, lavó un kesa de tela inmunda en el lago Anavatapta. El señor dragón del lago lo alabó, hizo llover flores sobre aquel y, respetuosamente, se inclinó ante él. Además, hay algunos entre los maestros de sutras del Pequeño Vehículo que se aferran a la teoría del hilo de seda procesado (19), que es una opinión sin fundamento y sobre la que los del Gran Vehículo se sonríen, ¿no es cualquier hilo el producto de un proceso? Oh, vosotros, antiguos maestros eruditos, si bien es posible que creáis a vuestros oídos cuando escuchéis la palabra "procesado", dudáis de vuestros ojos cuando realmente estáis viendo una transformación.

Obviamente, si al recoger retales de desecho puede que haya algodón que se asemeje a la seda, y seda que se asemeje al algodón. Las costumbres de cada lugar difieren en infinidad de métodos, de manera que nunca se sabe bien cómo ha sido manufacturada una cosa, ya que es algo que a simple vista no se puede determinar fácilmente. Una vez que hemos obtenido el material, no hay que discutir si se trata de seda o de algodón, sino que hay que referirse a ello como restos desechados. A pesar de que los humanos ordinarios o los seres nobles puedan “seguir existiendo" como despojo después de la muerte, no serán ya seres sensibles, sino que serán simplemente unos despojos. A pesar de que un pino muerto o un crisantemo puedan “seguir existiendo" como material de desecho, ya no son unos seres no sensibles, sino sólo un desecho. Oh, vosotros, viejos eruditos, cuando aceptáis y confiáis en el principio de que la ropa desechada no significa ni seda ni algodón, ni oro ni plata, ni jade ni piedras preciosas, el material de desecho será lo que se ha manifestado ante vuestros ojos. Si no dais vuestra opinión sobre la seda y el algodón, unos harapos serán algo con lo que ni siquiera habréis soñado.


Un monje preguntó una vez al viejo buda Daikan Enō: "¿El manto que te fue pasado a la medianoche en el Monte Huang-mei, está hecho de algodón o es de seda? Te lo ruego, dime, ¿qué de que materia está hecho?".

El viejo buda respondió: "No es algodón, ni es seda".

Entended que un kesa no es de seda ni de algodón. Esta enseñanza del Camino de Buda es profunda y difícil de entender.

El Venerable Shōnawashu, “el de ropa de cáñamo”, fue el tercer patriarca indio de la Casa del Tesoro del Dharma. Desde el mismo momento de su nacimiento, pasó toda su vida sin separarse de su manto. Este hábito fue, sin duda, una prenda convencional cuando todavía estaba en el hogar, pero cuando lo abandonó para convertirse en monje, aquello se convirtió en un kesa.

Además, una vez que la monja Shukra, “la que es intachable”, hubo tomado sus votos de bodhisattva y se puso el manto de algodón, entonces, vida tras vida, incluso en periodos entre vidas, fue inseparable de su kesa. En aquel mismo día, cuando se encontró con el Buda Shakyamuni y abandonó el hogar para convertirse en monja, aquella túnica ordinaria que había adquirido al nacer se transformó inmediatamente en un kesa, igual que el venerable Shōnawashu.

Hay que ser muy claro en todo esto: un kesa está más allá de lo que es la seda, el algodón o cualquier otro tipo de tejido. Lo mismo que en esos ejemplos, los méritos espirituales del Budadharma transforman todos los pensamientos y las cosas, tanto físicas como mentales. El principio no es ambiguo: al abandonar el hogar para tomar los Preceptos y convertirse en monje, sea cual sea la propia experiencia corporal o mental, objetiva o subjetiva, uno se transforma. Es sólo porqué estáis confundidos o sois ignorantes que no os dais cuenta de ello. Ningún buda enseñó nunca que este principio se aplicara sólo a Shōnawashu o a Shukra y que, por tanto, no se aplicara a vosotros. Por consiguiente, no tengáis dudas acerca de los muchos beneficios espirituales que recibís. Evidentemente, debéis analizar asiduamente tales principios como los que se acaban de describir.


El kesa que con el que uno se viste al tomar los Preceptos no es necesariamente de algodón ni de seda, de hecho, la influencia edificante del Buda es difícil de comprender. La preciosa Joya interior está más allá de cualquier cosa que un cálculo sobre los granos de arena sean capaces de hallar (20). Por consiguiente, debemos indagar en profundidad para dilucidar lo que tiene unas dimensiones y lo que está más allá de cualquier medición, así como entre lo que posee una forma y lo que está más allá de cualquier forma. Esto es lo que nuestros antiguos maestros que viajaban entre la India y la China averiguaron y transmitieron correctamente. En caso de que alguien encuentre y escuche a alguien que exponga claramente la auténtica transmisión de los patriarcas, pero luego se niegue a aceptar la auténtica transmisión de ese antiguo maestro, esa actitud en esa persona sería difícil de tolerar, ya que sería debido a una falta de fe a causa de un espeso y necio pensamiento. Esa persona despreciaría lo que es verdad con objeto de perseguir algo que es una invención, abandonando la Fuente por una menudencia de deseo. Esto es en cierta manera una forma de un menosprecio al Tathāgata.

Los que desean alcanzar la Suprema Sabiduría deben aceptar siempre la Transmisión pasada por un antiguo maestro. No sólo hemos encontrado el Dharma del Buda, que es tan difícil de conseguir, sino también el Dharma procedente de la auténtica transmisión del kesa del Buda, teniendo la oportunidad de experimentarlo directamente, de explorarlo y de aprender de él, así como de aceptarlo y cuidar del mismo. En consecuencia, eso es nuestro encuentro con el Tathāgata; es nuestra manera de escuchar la voz del Dharma del Buda; es la visión del resplandor del Buda; es nuestra manera de experimentar lo que el Buda experimentó; es nuestra transmisión directa de la mente de Buda; es llegar a la médula de Buda; es ponerse el kesa del Buda Shakyamuni, presente ante nuestros propios ojos, y es el Buda Shakyamuni ante nuestros propios ojos confiándonos el kesa a nosotros. Es por nuestra devoción siguiendo al Buda que aceptamos humildemente el kesa.


Manera de lavar el Kesa

Poner el kesa desplegado dentro de una tina limpia, y dejarlo en remojo durante aproximadamente cuatro horas en agua hirviendo perfumada con incienso. Otro método consiste en sumergirlo en agua limpia hirviendo y esperar hasta que el agua se enfríe. Hoy en día, se utiliza habitualmente ceniza con agua caliente. Aquí en Japón, el agua con cenizas se refiere al agua caliente que contiene sosa. Cuando el agua con cenizas se enfría, se enjuaga el kesa con agua limpia, clara y caliente varias veces, pero no hay que frotarlo con las manos ni pisarlo con los pies. Hay que continuar de esta manera hasta que la suciedad y la grasa se hayan eliminado. Entonces, se enjuaga en agua fría en la que se ha mezclado un poco de incienso, como áloe o sándalo. A continuación, se pone a secar colgándolo de una caña de bambú para la ropa limpia. Una vez que se ha secado completamente, se dobla, se guarda en un lugar alto, se quema incienso y se ponen flores (21), se circunvala por la derecha varias veces y, respetuosamente, nos inclinamos ante él. Hacer tres, seis o nueve inclinaciones completas, con las manos en gasshó*, a continuación, os arrodilláis con las manos en gasshó y se sostiene el kesa con ambas manos mientras se recitan los Versos del Kesa. Después de esto, nos ponemos de pie y, respetuosamente, nos ponemos el kesa de la manera usual.


El Honrado por el Mundo, dirigiéndose a su gran sangha, dijo:

En un antiguo pasado, estando yo en presencia del Buda Ratnagarbha, el buda que es “silo del tesoro”, yo era el bodhisattva de la Gran Compasión. En ese momento, como bodhisattva Mahasattva* de la Gran Compasión, hice el siguiente voto ante el Buda Ratnagarbha diciendo: "Honrado por el Mundo, cuando finalmente me convierta en un buda, puede que haya seres sensibles que hayan entrado en Mi Enseñanza y, abandonando el hogar para convertirse en monjes, hayan vestido el kesa. Y quizá incluyan monjes o laicos, hombres o mujeres, que muestren una falta de fe por transgresión de los Preceptos graves, imponiendo a la práctica puntos de vista falsos, o actuando con desprecio para con el Triple Tesoro, acumulando así una honda deshonra. Pero si manifestaran, ni que fuera en el lapso de un solo pensamiento, un sentimiento respetuoso y de consideración y estima al gran manto cuartelado, o si mostraran un sentimiento de respeto por lo que es considerado con estima como el Honrado por el Mundo, el Dharma o la Sangha, entonces, oh, Honrado por el Mundo, declaro que, si tan sólo uno de entre tales seres de cualquiera de los Tres Vehículos* fuera capaz de recibir la confirmación de la budeidad última, si este ser retrocediera o se alejara de ésta por completo, entonces yo habría engañado y mentido a todos los budas de todos los mundos, por incontables, ilimitados e inconmensurables kalpas, y seguramente yo me apartaría de la realización suprema, la iluminación absolutamente perfecta.

"Honrado por el Mundo, una vez que me haya convertido en un Buda, cualquier ser que vista el kesa -ya sea un dragón o un demonio, un humano u otro ser no humano-, lo reverencie y le haga ofrendas, lo honre y lo alabe, no hay que dudar de que, sólo viendo la más mínima parte de este kesa, se sea capaz de evitar una regresión hallándose en cualquiera de los Tres Vehículos (22).

"Si hay seres sensibles acuciados por el hambre y la sed -sean espíritus violentos a causa de su extrema pobreza, gente de nacimiento humilde, o seres que actúan como pretas*-, en caso de que obtengan un retazo de un kesa, ni que sea de pequeño retal de dos dedos, entonces serán capaces de obtener con que apagar su sed y su hambre, y ser capaces de realizar plenamente por aquello que han rogado largo tiempo.

"Cuando hay seres sensibles que se agreden entre sí, generando pensamientos maliciosos o intenciones hostiles, y mantienen las cosas tensas hasta que se desata la lucha, si alguno de los participantes en esos feroces combates, sean dragones, espíritus, gandharvas, asuras, garudas, kinnaras, mahoragas, kumbandhas, o pishachas, humanos o no-humanos (23), llevan el kesa a su mente, inmediatamente, debido a la influencia del manto, se abrirán a un corazón compasivo, a un corazón que es suave y flexible, a un corazón que está libre de malicia y de hostilidad, a un corazón que es tranquilo y desprovisto de pasiones ponzoñosas, a un corazón virtuoso, pacífico y sumiso y que, por tanto, es capaz de regresar a un estado inmaculado.

"Si alguien se encuentra en medio de una batalla, de un litigio judicial, o bajo una persecución penal, y si ese alguien sostiene un fragmento de kesa, le hace ofrendas, le muestra reverencia y lo venera, tanto si está involucrado en aquello como en su propia protección, esta persona y otros como él perderán su inclinación a la agresividad y a perjudicar a otros, a someterlos o a tratarlos con burla y desprecio. Así, superando a los demás en estos aspectos, una persona podrá atravesar cualquier tipo de dificultades como ésas.

"Honrado por el Mundo, si mi kesa no fuera capaz de cumplir con los santos méritos de dichos actos como los cinco referidos, entonces yo habría engañado y mentido a todos los budas de todos los mundos, por incontables, ilimitados e inconmensurables kalpas, y seguramente fallaría en la realización suprema, en la iluminación plena y perfecta del cometido de un Buda. Así mismo, habiendo perdido el virtuoso Dharma, que sin duda sería incapaz de exponer, destruiría lo que conduce a los demás al Camino".

“Oh, mis buenos discípulos, el Tathāgata Ratnagarbha extendió luego Su dorado brazo derecho y, acariciando la corona de este bodhisattva de la Gran Compasión, dijo cálidamente: "¡Bien dicho, bien dicho, mi discípulo espléndido! Lo que has contado es un gran y precioso tesoro, y a la vez sabio y virtuoso. Tu alcanzarás la realización suprema, la iluminación plena y perfecta. Este kesa será capaz de cumplir esos cinco méritos santos y crear grandes beneficios".

“Oh, mis discípulos virtuosos, siendo bodhisattva Mahasattva de la Gran Compasión, después de haber escuchado la alabanza del Buda, sentí una alegría que surgió en mi corazón y lo hizo palpitar sin medida. Y entonces sucedió que el Buda extendió su dorado brazo y su mano de largos dedos, suave y flexible como un manto celeste, y una vez que él hubo acariciado Mi cabeza de bodhisattva, Mi cuerpo de bodhisattva se transformó completamente, asemejándome a la figura de un joven de veinte”.

“Oh, mis buenos discípulos, la gran multitud de esta asamblea, todas las diversas criaturas, los dragones, los seres celestes, los gandharvas, los humanos como los no humanos, pusieron las manos en gasshó como ofrenda, y me ofrecieron toda clase de flores como bodhisattva de la Gran Compasión; bailaron y tocaron música, ofreciéndomelo también. Una vez que me hubieron homenajeado de esta variedad de maneras, quedaron en silencio”.

Desde el mismo instante en que el Tathāgata apareció en el mundo hasta el presente, los bodhisattvas y monjes siempre han consultado, sin falta, los méritos del kesa en los sutras y en las reglas monásticas, hallando esos cinco méritos como los más principales.

Verdaderamente, el kesa es el manto de Buda para todos los Budas de los Tres Mundos, pasado, presente y futuro. Aunque decimos que sus méritos espirituales son inmensurables, para obtener el kesa de la Enseñanza del Buda Shakyamuni hay que obtener el kesa de la Enseñanza de cualquier otro buda. Entonces deberíais preguntaros por qué hace mucho tiempo, cuando el Buda Shakyamuni, siendo el bodhisattva Mahasattva de la Gran Compasión, se hallaba en un estado propicio para la realización de su budeidad, efectuó quinientos grandes votos en presencia del Buda Ratnagarbha, y en concreto tomó los cinco solemnes votos como los que acabamos de mencionar sobre los méritos espirituales del kesa. Estos méritos son, sin duda ilimitados y se hallan más allá de la capacidad de la mente para ser comprendidos. Por consiguiente, el kesa es lo que llamamos "la genuina Transmisión hasta el presente de la piel y la carne, los huesos y la médula de los Honrados por el Mundo”. Los antiguos maestros que genuinamente han transmitido la Casa del Tesoro del Ojo de la Verdadera Enseñanza han realizado siempre una correcta transmisión del kesa. Los seres sensibles que han mantenido este manto cuando ha pasado a sus manos y se lo han puesto humildemente sobre su cabeza como acto de respeto, han realizado siempre la Vía en dos o tres tiempos de vidas. Incluso si alguien se pusiera uno como una broma o por provecho personal, este acto será causa para su realización del Camino.


Nuestro antiguo maestro Nagarjuna dijo una vez:

Si las personas que han abandonado el hogar para entrar en el Dharma del Buda infringen los Preceptos y caen en formas impuras, una vez que hayan cargado con sus formas impuras hasta su fin y obtengan la liberación de aquellas, serán como la monja Utpalavarna, “la que posee la tonalidad de la flor de loto”, según en los escritos del Jataka hablando de vidas anteriores. Mientras el Buda se hallaba en el mundo, esta monja alcanzó las Seis Habilidades Transcendentes (24) y realizado el estado de arhat*. Una vez, entró en la casa de un miembro de la nobleza, y exaltó continuamente el Dharma del abandono del hogar para convertirse en monje. Dirigiéndose a las esposas e hijas de los nobles, les dijo: "Hermanas mías, debéis abandonar el hogar y convertiros en monjas".

Las mujeres de los nobles respondieron: "Somos jóvenes y nuestros cuerpos son agradables. Para nosotras respetar los Preceptos sería difícil, y seguramente los romperíamos en ocasiones".

La monja respondió: "Si se rompen los Preceptos, entonces los rompéis ¡Acabáis de dejar la vida laica atrás!".

A continuación, le preguntaron: "Si rompiéramos los Preceptos, entonces iríamos a parar a un estado infernal, así que ¿por qué tendríamos que romperlos?".

Ella respondió: "Si tenéis que ir a parar a un infierno, entonces vais a un infierno".

Todas las mujeres estallaron en risas y dijeron: "En un infierno no haríamos más que recibir las consecuencias por los actos que nos han contaminado así que ¿por qué quieres que caigamos en tal estado?".

La monja contestó, "En el recuerdo de mis vidas pasadas, hubo una en la que me había convertido en una prostituta. Me vestí con todo tipo de ropa y conté todo tipo de antiguas historias licenciosas. Un día, para hacer una broma, me disfracé de monja. A consecuencia de esto, me convertí en monja en tiempo del Buda Kashō. Pasado un tiempo, apegada a mi porte aristocrático, me henchí de orgullo y arrogancia, rompiendo así las reglas monásticas y los Preceptos. A causa de mi contaminación por haber rotos las reglas monásticas y los Preceptos, fui a parar a un estado infernal donde sufrí por las consecuencias de mis actos impuros. Después de haber sufrido estas consecuencias, encontré al Buda Shakyamuni y abandoné el hogar para convertirme en monja, obteniendo al final las Seis Habilidades Trascendentes y realicé el estado de arhat. Debido a esto he comprendido que, si abandonamos el hogar para tomar los Preceptos, a pesar de que sea posible que más adelante los rompamos, realizaremos el estado de arhat a causa del efecto kármico de los Preceptos. Si meramente hubiera hecho malas acciones sin obtener ningún efecto de los Preceptos, no habría podido realizar la Vía”.

Nāgārjuna continuó con el relato de Utpalavarna:

"En tiempos pasados, caí en estados infernales generación tras generación, saliendo de un infierno sólo para convertirme en una persona malvada una vez más. Cuando moría aquel perverso, de nuevo entraba en un infierno, y nada en absoluto se había ganado. Ahora, a causa de esto, me he dado cuenta de que, si alguien abandona el hogar para ser un monje y toma los Preceptos, a pesar de que esa persona más tarde rompa los Preceptos, por el hecho de haberlos tomado en una ocasión esa persona obtendrá los frutos del Camino".

La primera causa de esta monja, que tenía el color de la flor de loto, para darse cuenta de que el estado de arhat no era algo meritorio únicamente suyo, sino sólo después de haber vestido un kesa ni que fuera como una broma, y que gracias a este mérito realizó la Vía. En una segunda vida, conoció al Buda Kashō y se convirtió en monja. En un tercer curso de vida, se encontró con el Buda Shakyamuni y se convirtió en un gran arhat, dotado de las Tres Penetraciones y las Seis Habilidades Trascendentes. La Tres Penetraciones son la conciencia de lo que realmente tienen lugar en nuestro interior, la conciencia de lo que ha dado lugar a los efectos kármicos de nuestras vidas pasadas, y la conciencia de si las pasiones que nos contaminan han llegado realmente a su fin. Las Seis Habilidades Trascendentes son la capacidad de tratar libremente con situaciones o circunstancias externas, según sea necesario; la capacidad de saber lo que realmente pasa por la mente de los demás: la capacidad de ver lo que realmente está ocurriendo con los demás; la capacidad de escuchar lo que otros están diciendo en realidad; la capacidad de captar lo que realmente está causando que la gente se comporte de la forma en que lo hace; y la capacidad de determinar si alguien ha llevado o no verdaderamente sus pasiones contaminantes a su fin. En verdad, cuando no era más que alguien que no hacía más que malas acciones, sólo iba a morir para entrar en un estado infernal. Resurgiendo de aquel estado infernal, ella volvería a ser alguien que continuaría haciendo maldades. Pero cuando sintió el impacto de los Preceptos, a pesar de que caería en algún mundo infernal a causa de infringir los Preceptos, sin embargo, fue en última instancia la causa de que realizara el Camino. Cualquier persona que se ponga un kesa como una broma todavía puede, a pesar de todo, ser capaz de realizar el Camino. Entonces, ¿cómo, podría alguien que se ponga un kesa con un corazón puro y confiando en la Suprema Sabiduría no llegar a realizar plenamente sus méritos espirituales? Eso por no mencionar los méritos espirituales realizados por alguien que acepta con respeto y lo cuida durante su vida, y que humildemente lo eleva sobre su cabeza. Tales méritos son tan vastos como inconmensurables.


Quien hace emerger la mente que busca el Camino, sin duda, acepta y cuida el kesa, levantándolo humildemente encima de su cabeza. Haber encontrado una existencia tan afortunada y, sin embargo, no sembrar las semillas de la propia Budeidad, ¡qué lamentable sería! Haber recibido el cuerpo de un ser humano, hallarse en el Continente Sur de Jambudvipa*, haberse encontrado con el Dharma del Buda Shakyamuni gracias a haber nacido próximos a un antiguo maestro sucesor directo de los herederos del Dharma del Buda, y luego no aprovecharlo para nada y no aceptar un kesa transmitido directamente de persona a persona, un kesa que apunta directamente a la naturaleza de Buda de uno mismo, ¿puede haber algo más triste?


La verdadera transmisión del kesa, la transmisión genuina de un antiguo maestro es, en sí misma, una herencia genuina. No es algo que ningún otro maestro pueda igualar. Si los méritos espirituales de aceptar y cuidar el kesa son muy profundos, aunque sea siguiendo a un maestro que no haya recibido la Transmisión, ¿cuánto más, entonces, se merecerán si aceptamos y mantenemos un kesa recibido de un auténtico maestro, al que legítimamente le habrán dado personalmente un kesa por alguien de la línea de transmisión? Verdaderamente, entonces seremos un hijo o un nieto del Tathāgata al habernos sido transmitido correctamente la piel y la carne, los huesos y la médula del Tathāgata. Y es que, en definitiva, el kesa ha llegado a ser legítimamente transmitido por todos los budas de todas partes y de todos los tiempos, sin interrupción. Esto es lo que todos los budas, bodhisattvas, shravakas* y pratyekabudas* por igual, de todas partes y de todos los tiempos, han llegado a salvaguardar y proteger.


Para la confección de un kesa, tomar como base una tela gruesa de algodón. Cuando lo vayáis a hacer y no obtengáis tela de algodón gruesa, utilizad una tela fina de algodón. Si no disponéis ni de gruesa ni de fina, utilizad tela de seda cruda. Si no tenéis nada de eso, ni tela seda ni de algodón, utilizar una sarga de lana o una gasa de seda fina. Todo ello tiene la aprobación del Tathāgata. En un país en el que no exista ninguna variedad de seda, algodón o tela urdida, el Tathāgata también permite kesas de piel.

Comúnmente, para teñir un kesa podemos utilizar azul verdoso, amarillo, rojo, negro o morado. Sea cual sea el color que elijamos, éste debe ser intenso (25). El Tathāgata siempre llevaba un kesa de color carne, porque éste es el color del kesa. El kesa del Buda, que pasó del primer patriarca a los sucesivos patriarcas, era de color azul oscuro, y su tela de algodón de la India. Ahora se encuentra en el Monte Sōkei. En la India, fue transmitido veinte y ocho veces, y en China, cinco veces. Y de esta manera, los sucesores del viejo buda Daikan Enō han transmitido todos el antiguo hábito del Buda y lo han preservado, lo cual es algo que está más allá de los demás monjes.

Se pueden considerar tres tipos de kesa. El primero es un manto hecho de telas desechadas; el segundo, un manto de piel; y el tercero, una túnica reformada. “Tela desechada” se refiere a lo que ya fue mencionado anteriormente. Un manto de piel está hecho de pieles de animales o de plumón de aves. En caso de que no se puedan obtener telas desechadas, es posible reunir ese plumón y convertirlo en un manto. Una túnica reformada se refiere a una cuyos extremos se encuentren desgastados y sus desgarros hayan sido apedazados, y que luego ésta se dé a un aprendiz. No vestimos galas mundanas.


El venerable monje Upali preguntó al Honrado por el Mundo, "Oh, Honrado por el Mundo de la gran Virtud, ¿de cuántas bandas consta un manto samghāti?" (26).

El Buda respondió: "Hay de nueve tipos. ¿Cuáles son éstos nueve? Se conocen como de nueve bandas, de once bandas, trece bandas, quince bandas, diecisiete bandas, diecinueve bandas, veintitrés bandas, y de veinticinco bandas. Las tres primeras de estas grandes túnicas monásticas constan de dos segmentos largos y un segmento corto en cada banda, debiendo mantener dicho estilo. Las bandas en los siguientes tres tipos tienen tres segmentos largos y un segmento corto, mientras que los tres últimos tienen cuatro segmentos largos y un segmento corto. Cualquier banda que contenga más segmentos que éstos sería a la cual le hayan zurcido algún desgarrón".

Upali se dirigió una vez más al Honrado por el Mundo, preguntando: "Oh, Honrado por el Mundo de la gran Virtud, ¿cuántos tamaños hay para un manto samghāti?"

El Buda respondió: "Hay tres, a saber: grande, mediano y pequeño. El grande es de tres hasta de largo y cinco hasta de ancho (27). El pequeño es dos hasta y medio de largo por cuatro hasta y medio de ancho. Cualquier otro entre estos dos se denomina "medio".

Upali se dirigió al Honrado por el Mundo, preguntando: "Oh, Honrado por el Mundo de la gran Virtud, ¿de qué número de bandas consta un manto uttarasangha?".

El Buda respondió: "Tiene sólo siete bandas, y cada una de ellas tiene dos segmentos largos y un segmento corto".

Upali se dirigió al Honrado por el Mundo, preguntando: "Oh, Honrado por el Mundo de la gran Virtud, ¿qué cantidad de tamaños tiene un manto de siete bandas?".

El Buda respondió: "Tiene tres, a saber: grande, mediano y pequeño. El grande es de tres por cinco hasta, y el pequeño es de medio hasta más corto por cada lado. Por "mediano” se refiere a cualquier entre esos dos”.

Upali se dirigió al Honrado por el Mundo, preguntando: "Oh, Honrado por el Mundo de la gran Virtud, ¿qué número de bandas compone un manto antarvāsa?".

El Buda respondió: "Tiene cinco paneles, cada uno compuesto de un segmento largo y otro corto".

Upali se dirigió nuevamente al Honrado por el Mundo, diciendo: "¿Cuántos tamaños puede tener un manto antarvāsa?".

El Buda respondió: "Son tres, a saber: grande, mediano y pequeño. El grande es de tres por cinco hasta, y el mediano y el pequeño siguen lo mismo que anteriormente, es decir, se reduce medio hasta por cada lado”.

El Buda añadió: "El manto antarvāsa tiene dos tipos adicionales. ¿Cuáles son estos dos? El primero es de dos hasta de largo por cinco hasta de ancho. El segundo es de dos hasta de largo por cuatro hasta de ancho".

El término samghāti se traduce como "manto de doble capa”. El termino uttarasangha se traduce como "manto superior”. El término antarvāsa se traduce como “túnica íntima”, y también se le llama "manto interior”. Así mismo, se dice que el manto samghāti se le llama "el gran kesa”, “manto para entrar en un palacio real" o "manto para dar enseñanza”. La túnica uttarasangha se la conoce como "kesa de siete bandas” o “kesa mediano”, así como “manto con el que unirse a la Sangha”. La túnica antarvāsa se llama “kesa de cinco bandas" o "kesa pequeño”, así como "manto para andar por los caminos” o “manto para realizar los quehaceres en el templo”.

Debemos salvaguardar y proteger estos tres mantos. Además, entre los mantos samghāti hay un kesa de sesenta bandas que tampoco hay que dejar olvidar aceptar y cuidar.


Por lo general, se establece que las medidas de un cuerpo dependen de la duración de un tiempo de vida, que van desde los ochenta mil años hasta los cien años. Algunos dicen que "ochenta mil años” y “cien años” son cosas distintas; mientras que otros dicen que son lo mismo. Entre estas dos opiniones, quien dice que son lo mismo se corresponde con la verdadera transmisión. Las dimensiones del Cuerpo de un Buda y el de un humano son muy divergentes: un cuerpo humano se puede medir, pero en última instancia, el cuerpo de un Buda es inmensurable. Es por esto que, en el momento en que el Buda Shakyamuni del presente se puso el kesa del Buda Kashō, era algo que no era ni largo ni ancho. Cuando en su momento el Tathāgata Maitreya* vista el kesa del Buda Shakyamuni del presente, será algo que no será ni corto ni estrecho. Debemos percibir claramente, resolver de manera inequívoca, comprender totalmente, y apreciar con detalle el principio de que un Cuerpo de Buda es algo que no es ni alto ni bajo. El Señor Brahma reside en lo alto del mundo de la forma, sin embargo, no llegaba ver la coronilla de la cabeza de Buda. Moggallāna pudo haber llegado hasta el distante Poste de la Bandera del Fin del Mundo de Luz Brillante, sin embargo, no examinó a fondo lo que el Buda expresó. Se halla más allá de nuestra mente imaginar o comprender que la forma y la voz de Buda son uno y lo mismo, ya sea visto o escuchado de cerca o de lejos. Todos los méritos espirituales del Tathāgata son de esta forma, por lo que debemos preservar humildemente estos méritos en la mente.


Cuando se trata de cortar y coser un kesa, existe el manto de piezas separadas, el manto hecho de pliegos, el manto recogido, y el manto de una pieza (28). Todos estos son métodos apropiados para su confección. Debemos aceptar y cuidar los kesas que vayamos a tener.


El Buda dijo una vez: "El kesa de los budas en cualquiera de los Tres Mundos se cose siempre pespunteado" (29).


Cuando vayamos a la búsqueda de telas para estos kesas hay que considerar, nuevamente, lo que es más inmaculadamente. Tenemos que pensar que un manto de telas de desecho es lo más inmaculado. Todos los Budas de los Tres Mundos, sin excepción, consideran que estas telas son impecables. Además, un kesa ofrecido como donativo por alguien de corazón confiado también es inmaculado, y uno comprado en el mercado con dinero no contaminado también es inmaculado. A pesar de que el momento adecuado cuándo debe ser hecho un manto no ha sido establecido por la tradición, ahora que nos encontramos en los últimos días decadentes de la Enseñanza, y vivimos en una región alejada de la fuente original, en lo referente a nuestra aceptación y cuidado del kesa, probablemente sería mejor para nosotros hacer nuestro corte y costura cuando se nos haya despertado un corazón confiado.


La mejor manera para entender el Gran Vehículo es que los laicos, ya sean plebeyos o de encumbrada posición, también acepten y cuiden el kesa. Tanto el Señor Brahma como el Señor Shakra han aceptado y cuidado del kesa, convirtiéndose en un modelo excelente para los mundos del deseo sensual y de la forma. Y entre los seres humanos, el número de excelentes ejemplos son incalculables. Los bodhisattvas laicos lo tienen absolutamente aceptado y cuidado.

En China, tanto el emperador Wu de la dinastía Liang como el emperador Yang de la dinastía Sui, aceptaron y cuidaron del kesa. Tanto el emperador T'ai-tsung y el emperador Su-tsung de la dinastía Tang (30) vistieron el kesa, practicaron y estudiaron en una comunidad monástica, y aceptaron y cuidaron los Preceptos del Bodhisattva (31). Otra gente, como discípulos laicos y sus esposas, que aceptaron el kesa y tomaron los Preceptos han sido excelentes modelos a seguir, tanto en el pasado y como para el presente.

En Japón, el príncipe heredero Shōtoku (32) aceptó y cuidó el kesa y, al mismo tiempo, impartió conferencias de Dharma sobre diversas escrituras, como el Sutra del Loto o el Sutra del Rugido del León de la Reina Shrimala, experimentando el auspicioso signo de que llovieran flores enjoyadas del cielo. Después de esto, el Budadharma se extendió a lo largo y ancho de nuestro país. A pesar de que el príncipe tenía la consideración de heredero imperial de la nación, de hecho, era un guía espiritual y un maestro tanto para los plebeyos como para los nobles. Como emisario del Buda, fue un padre y una madre para los seres sensibles. Actualmente, en nuestro país, a pesar de que los materiales, los colores y las medidas de los kesas hayan sido tan mal interpretados y corrompidos que hasta hemos oído que la palabra “kesa” se debe únicamente a la influencia del príncipe heredero Shōtoku. ¡Qué triste sería hoy día si no se hubiera desenmascarado lo falso y restablecido lo genuino en su época! Asimismo, más tarde, el emperador Shōmu (33) aceptó y cuidó el kesa, y también tomó los Preceptos del Bodhisattva. Por consiguiente, tanto si se trata de rango imperial como de ministros o sujetos, no se debe haber demora por aceptar y cuidar el kesa, así como en la toma de los Preceptos del Bodhisattva. No puede haber mayor alegría y fortuna para cualquier ser de forma humana.


Alguien dijo una vez: "El kesa que un laico acepta y cuida es llamado “manto de una sola costura” o de “adorno secular” (34). Es decir, cuando el pespunte no se ha utilizado en su costura”. También se ha dicho: “Cuando un laico da una retribución para participar en una sala de práctica, tiene que traer consigo las tres túnicas del Dharma, la ramita de sauce de palillo de dientes, agua para enjuagar la boca, utensilios de cocina, y una estera de meditación. Deben practicar exactamente de la misma forma pura como los monjes lo hacen".

Tal es el digno y viejo legado. Sin embargo, lo que ahora se transmite directamente por los budas y patriarcas son los kesas pespunteados, sea para los gobernantes, los ministros del Estado, los discípulos laicos o la gente común. Un buen ejemplo de esto es el sexto patriarca chino Enō, que recibió la genuina transmisión del kesa del Buda cuando todavía era uno de los sirvientes del templo, conocido como Lu.


Comúnmente, el kesa es la insignia y la bandera del discípulo budista. Si lo hemos aceptado completamente y lo cuidamos, a continuación, todos los días lo debemos levantar humildemente por encima de nuestra cabeza. Luego, se coloca sobre la coronilla, y con las manos en gasshó, se deben recitar los siguientes versos:

¡Cuán grande es el manto de la liberación!
Es como un ilimitado campo de mérito.
Ceñirlo es la Enseñanza del Buda,
y con él liberamos a todos los seres vivientes.

Seguidamente, después de esta recitación, nos ponemos el kesa. Al vestir nuestro manto debemos pensar en él como nuestro maestro y considerarlo como un estupa*. También recitamos este verso cuando nos debemos colocarlo sobre nuestra cabeza después de haberlo lavado.


El Buda dijo: "Cuando os afeitéis la cabeza y os pongáis el kesa, recibiréis la protección de todos los budas. Cuando une abandone el hogar, tanto el noble como el humilde deben hacerle ofrendas y venerarlo". Tened bien claro en vuestro pensamiento: una vez que os hayáis afeitado la cabeza y puesto un kesa, seréis ayudados y protegidos por todos y cada uno de los budas. Confiando en la ayuda y la protección de todos los budas, seréis capaces de experimentar los méritos espirituales de la Gran Sabiduría. Tanto una multitud de seres nobles como una muchedumbre de gentes harán ofrendas para sostener a alguien como vosotros.


El Honrado por el Mundo, aconsejando al monje Jnanaprabha, “Aquel cuyo sabio discernimiento es radiante”, habló así:

A partir de sus materiales, colores y dimensiones, el manto del Dharma, adquiere diez beneficios excelentes.

En primer lugar, porque protege bien tu cuerpo, te preserva de la sensación de vergüenza o bochorno por la desnudez, y lo hace con un espíritu de modestia, de modo que puedes practicar el buen Dharma y ponerlo en práctica.

En segundo lugar, preserva del calor y del frío, así como de mosquitos y otras implacables criaturas venenosas e insectos, y uno se puede instruir en la Vía con una sensación de paz y tranquilidad.

En tercer lugar, pone en relieve que uno ha abandonado el hogar para ser monje, de manera que los que lo vean sentirán placer y se mantendrán lejos de malos pensamientos y sentimientos.

En cuarto lugar, el kesa tiene la apariencia de una auténtica bandera enjoyada, tanto para las personas normales como las distinguidas, y a las que el honor y la estima les permitirá renacer en el mundo celestial de Brahma. 

En quinto lugar, al ponerse un kesa, emergen pensamientos de una bandera preciosa capaz de extinguir todo lo que acecha a los seres sensibles, pudiendo ofrecer así todo tipo de felicidad y virtud.

En sexto lugar, desde el principio, cuando se confecciona un kesa hay que teñirlo de un color intenso, evitando de este modo pensamientos codiciosos engendrados por los cinco sentidos, y no despertando sentimientos de avaricia o lujuria.

En séptimo lugar, el kesa es el manto inmaculado del Buda, que reduce de forma permanente las pasiones profanas, transformándolas en campos fértiles del bien.

En octavo lugar, cuando uno se pone un kesa sobre su cuerpo, se diluye, momento a momento, el karma de sus actos contaminantes, facilitando su andadura por el camino de las buenas acciones manteniendo los Diez Preceptos.

En noveno lugar, el kesa también se asemeja a un campo fértil, puesto que promueve la buena y virtuosa Vía del bodhisattva.

En décimo lugar, la kesa también se asemeja a una armadura, ya que es capaz de proteger de ser perjudicado por las ponzoñosas flechas de las pasiones profanas.

Oh, Jnanaprabha, como resultado de los efectos causales de estos diez beneficios, al poner el kesa sobre tu cuerpo realizarás con toda seguridad lo mismo que los budas y los pratyekabudas, los shravakas y los monjes inmaculados, las tres clases de seres santos que por igual se sientan en el precioso estrado de la liberación (35). Empuñando la Espada de la Sabiduría, derrotarás a los demonios de las pasiones profanadoras, y fusionado con estos seres sagrados, de igual a igual, entrarás en todos los reinos del nirvana.

El Honrado por el Mundo, deseando expresar todo esto en unos versos, dijo a continuación:

Oh, Mi monje Jnanaprabha, escucha bien lo que digo, 
el manto que es tan vasto como un campo de bendiciones posee diez beneficios.
La ropa mundana aumenta la contaminación por el deseo, 
pero no el vestido del Dharma del Tathāgata.
El manto del Dharma impide la vergüenza y el sonrojo de las mentes mundanas,
impregnando de pensamientos que fructifican en los fértiles campos de la felicidad.
El frío y el calor, y los ponzoñosos insectos, mantiene alejados, 
y hace firme al corazón que busca el Camino, hasta llegar a la otra orilla.
Abandonando inequívocamente el hogar, abandonas tus codicias y deseos, 
protegiéndote de los cinco falsos puntos de vista,
y así poder practicar debidamente la Vía (36).
El kesa es como un valioso símbolo cuya vista inspira el respeto; 
quien se incline humildemente ante él obtendrá gratos obsequios del Señor Brahma.
Cuando, como hijo de Buda, extiendas tu amplio kesa, 
inclínate como ante un estupa, surgiendo entonces tal gozo que los pensamientos impuros desaparecerán, 
Conmoviendo los corazones tanto de los nobles como de los plebeyos.
Cuando te abstengas de darte aires de superioridad y alcances el respeto profundo, serás un monje verdadero, 
y todo lo que hagas estará libre del polvo mundano y de preocupaciones.
Todos los budas alaban el kesa como un campo bueno y fértil, 
insuperable para el beneficio y deleite de todos los seres sensibles.
Maravillosa es la creencia en los poderes del kesa y su fuerza: 
ayudan en la práctica para que tus acciones siembren semillas de la Bodhi.
Sus brotes de la verdad serán como plantío de primavera, 
y el maravilloso cumplimiento de la iluminación, la fruta del otoño.
El kesa es en verdad una coraza, un duro diamante,
inexpugnable al daño que causan los ponzoñosos dardos de la pasión.
Fugazmente he exaltado sus diez beneficios; 
por muchos kalpas que tuviera para enaltecerlos más,
nunca se podría agotar todo lo que comprenden.
Hubo un dragón que envolvió su cuerpo con un único hilo de un kesa,
y así escapó del festín que a costa de él preparaba un garuda.
En caso de que algún viajero por mar abierto lleve este manto,
no sentirá congoja por el miedo a los peces monstruosos ni a ninguna cosa hambrienta.
Aunque retumbe el trueno y el relámpago atraviese el cielo, 
quien vista el kesa no tiene por qué tener miedo.
Si un lego, vestido de blanco, sostiene este manto en alto, 
todos los seres hambrientos y malvados nunca se atreverán a acercarse.
Si a uno se le despierta la voluntad de practicar y trata de abandonar el hogar, 
y, cansado de todas las cosas del mundo, desea seguir el Camino del Buda, 
todos los mundos diabólicos de todas partes temblarán y se estremecerán, 
y, como rauda flecha, alcanzará a conocer en verdad el Cuerpo del Señor del Dharma.

Estos diez grandes y excelentes beneficios abarcan todos los méritos espirituales del Camino de Buda. Estaría bien explorar y aplicar explícitamente todos los méritos y virtudes descritas en estas frases y versos. No copiarlo y luego a toda prisa dejarlo a un lado, sino mirar cada palabra, cada línea, y apreciar su gran importancia. Estos magníficos dones son meramente méritos espirituales del kesa, no poderes que surjan tras largas y duras prácticas persiguiendo un beneficio espiritual.

El Buda dijo: "El poder espiritual del kesa está más allá de toda imaginación y pensamiento”. Por consiguiente, cualquier intento por parte de personas, tanto ordinarias como sabias o bien santas, de querer entender estos dones mediante especulaciones será en vano. Siempre, en la realización del Cuerpo del Señor del Dharma, estaremos vistiendo el kesa. Desde los tiempos antiguos hasta el presente, no ha habido nunca nadie que haya realizado el Cuerpo del Señor del Dharma y no estuviera protegido por el kesa.


El material más inmaculado para un kesa son las telas desechadas. Sus méritos espirituales son evidentes a lo largo de las tres divisiones del Canon (37) -los Sutras de las palabras del Buda, las Reglas monásticas, y los Comentarios-, tanto del Gran Vehículo como del Pequeño Vehículo, por lo que harían bien en dar crédito a los que lo han explorado ampliamente. También hay que aclarar en detalle lo pueden ser otros materiales utilizados para la confección de un manto. Esto es algo que buda tras buda y patriarca tras patriarca han dejado suficientemente claro y nos han transmitido correctamente; además que son personas sin igual respecto a otras.

En los sutras Āgama Medios (38), el Buda dijo:

Oh, todos vosotros, los más perspicaces, supongamos que exista alguien cuyo comportamiento aparente sea sin mancha, pero cuya forma de hablar e intenciones estén contaminadas. Si una persona sagaz ve esto, y luego no siente como consecuencia ninguna animadversión, este sentimiento debe ser, por supuesto, desvanecido. Oh, todos vosotros, los más perspicaces, supongamos, además, que hay alguien cuyos actos externos están contaminados, pero cuyo discurso e intenciones son sin mancha. Si una persona sagaz ve esto y luego no siente ninguna animadversión, este sentimiento, también debería ser, por supuesto, desvanecido. ¿Y hasta dónde debería uno desvanecer dicho sentimiento?

Oh, vosotros, los más perspicaces, esa persona tendría que ser como aquel monje ermitaño que vive en un bosque y recoge retazos de ropas abandonadas. Este material de desecho abandonado se encuentra, donde sea, en mal estado, manchado de excrementos, orina, mocos o de cualquier otra sustancia impura. Una vez que se ha localizado tal paño, se coge con la mano izquierda y se extiende con la derecha. Si hay alguna parte libre de manchas de excrementos, orina, mocos o cualquier otra sustancia impura, o una parte no llena de agujeros, se separan esas partes y se recoge.

De la misma manera, oh, queridos perspicaces, si hay alguien cuyos actos externos están manchados, mientras que sus palabras no están contaminadas, no penséis en la conducta impura de esa persona. Basta con tener en nuestra mente la pureza de su discurso. Si gente sagaz siente hostilidad a raíz de lo que ven, deben disiparlo de esta manera por todos los medios.

Esta es la forma por la cual los monjes ermitaños del bosque manejan los harapos desechados.


Hay cuatro clases y diez tipos de tela de residuos. Cuando recojáis restos de tela, en primer lugar, tomar aquellas partes que no tengan agujeros. A continuación, rechazar aquellas partes demasiado manchadas por heces u orina que no se puedan dejar limpias. Podéis coger aquellas partes que sean lavables.

Los diez tipos de telas desechables

En primer lugar, ropa masticada por un buey.
En segundo lugar, paño roído por las ratas.
En tercer lugar, tela chamuscada por el fuego.
En quinto lugar, paños desechados tras un parto.
En sexto lugar, telas abandonadas en un santuario para que los pájaros las picoteen.
En séptimo lugar, ropa abandonada en una fosa común de una persona muerta.
En octavo lugar, tejidos de banderas de oración abandonadas.
En noveno lugar, ropas desechadas por funcionarios tras su ascenso a rango superior.
En décimo lugar, mortajas tiradas por los que regresan de un funeral.

Estos diez tipos de trapos son los que la gente desprecia; ya que no son algo que, por lo general, se siga usando. Nosotros los recogemos y los empleamos como material inmaculado para un kesa. Es lo que todos los budas de todos los tiempos han cantado por sus virtudes y han empleado. Por tanto, este hábito de trapos es lo normal y lo sublime, y es lo que también los dragones y otros seres semejantes tienen en gran estima, protegen y defienden. Reunid esos retales de tela y hacer de ellos un kesa, ya que estos son de hecho los materiales puros más importantes: son los primeros en pureza.

En el Japón actual, no existen mantos de tales harapos. Aunque es posible que intentéis buscarlos, no seréis capaces de obtenerlos. ¡Qué triste que nuestro país sea tan pequeño y remoto! En lugar de todo ello, tenemos que utilizar tejidos limpios que los donantes nos ofrecen como limosna. O bien, podemos hacer kesas con telas compradas en el mercado por personas cuyo dinero proviene de un medio de vida sin mancha. La tela de desecho encontrada, además de la procedente gracias a un intachable medio de vida, no es, de hecho, ni seda ni algodón, ni oro ni plata, ni tela tachonada de perlas o jade, ni tela fina ni gasa de seda en brocado o bordada: es simplemente un trapo. Este material de desecho no es por el bien de un vestido humilde, ni por el bien de una hermosa vestidura: es simplemente por el bien del Dharma de Buda. Su uso como ropa es precisamente la verdadera transmisión de la piel y la carne, los huesos y la médula de todos los budas de todos los tiempos. Es la genuina transmisión de la Casa del Tesoro del Ojo de la Verdadera Enseñanza. Por otra parte, no se debe pedir a los plebeyos o a los nobles discursos sobre sus virtudes, sino que se debe aprender de ellos mientras se instruyen de los budas y de los patriarcas.


Cuando yo me hallaba en la China Song ejercitando mi formación en el largo banco en la sala de meditación, me di cuenta de que todas las mañanas después del toque de despertar del bloque de madera, los monjes que se hallaban sentados a ambos lados de mí sostenían su kesa doblado en un gesto de presentación, lo colocaban encima de su cabeza, le hacían respetuosamente gasshó, y recitaban unos versos para sí mismos. Lo que decían en esos versos era:

¡Cuán grande es el manto de la liberación!
Es como un ilimitado campo de mérito.
Ceñirlo es la Enseñanza del Buda,
y con él liberamos a todos los seres vivientes.

En la ocasión que conocí esto, surgió en mí una sensación que nunca había experimentado. Una alegría llenó mi cuerpo por completo. Lágrimas de gratitud brotaron de mis ojos, surcando mis mejillas y mojando el cuello de mi túnica. La razón era que, poco antes, yo había estado leyendo las escrituras de los Āgama, y si no hubiera visto el gesto de humildad que expresa el ponerse el kesa encima de la cabeza, no habría tenido claro el ceremonial de procedimiento. Ahora estaba siendo personalmente testigo de él, y estaba lleno de gran alegría y enorme admiración al poder ver manifestarse ante mí su intención más profunda. Estando en mi tierra natal, nunca había habido ningún maestro para instruirme en ello, ni un buen compañero espiritual. ¿Cómo no podría arrepentirme de los días y años que había pasado en vano y lamentarme de ello? Pero al ver y oír lo que tenía delante de mí, me estaba regocijando por algún beneficio en alguna otra vida pasada. Si no hubiera estado ausente de mi tierra, ¿cómo podría haberme sentado hombro con hombro con éstos Tesoros de la Sangha que habían recibido y, de hecho, se habían vestido el kesa de un Buda? Mi alegría y tristeza iban a la par, como las innumerables lágrimas que me brotaron.

Luego, en silencio, hice un voto: no importaba cómo, pero, ni que fuera un incompetente, me convertiría en un heredero del Dharma del Buda que transmitiría correctamente la verdadera Enseñanza y, por compasión hacia los seres sintientes de mi tierra, les ayudaría a ver y a escuchar la Enseñanza referente al manto que los budas y los patriarcas han transmitido verdaderamente. El voto que tomé entonces ahora se ha demostrado no ser en vano. Los bodhisattvas laicos y monásticos que han aceptado y cuidado el kesa son muchos, de lo cual me alegro. Estos compañeros que han aceptado y cuidan del kesa, sin falta, humildemente elevan su kesa encima de su cabeza todas las mañanas y noches, con unos méritos insuperables. La práctica de la leer o escuchar un solo verso del sutra, o la totalidad de estos Versos del Kesa, ha prevalecido por todas partes a lo largo de todas las carreteras y caminos de China, siendo tan común como los árboles o las piedras. Y aunque los méritos espirituales de la auténtica transmisión del kesa se encontraran sólo por un escaso día y noche, seguirían siendo igual de preeminentes e insuperables.


En la gran China Song, durante el décimo mes lunar del año diecisiete de la era Chia-ting [noviembre de 1223], dos monjes coreanos llegaron a la prefectura de Ch’ing-yüen. Uno se llamaba en chino Chi-hsüen, y el otro se llamaba Chingyün. Estos dos hablaban incesantemente sobre el significado de los sutras budistas, ya que eran unos eruditos hombres de letras, y, a pesar de que también eran monjes, no tenían ni kesa ni cuenco de limosnas y se parecían a los que vagan en la ignorancia por la vida. Es triste decirlo, tenían la forma superficial de los monjes, pero carecían del Dharma de los monjes. Esto podría haber sido a causa simplemente a ser de una pequeña y remota nación. No obstante, también hay japoneses que tienen la forma externa de un monje viajan a otros países, también se asemejan a los Chi-hsüen.


El Buda Shakyamuni, antes de su iluminación, humildemente puso el kesa encima de su cabeza, no ignorándolo en unos doce años. Vosotros sois sus herederos lejanos, por lo que debéis realizar bien esta práctica. Alejaros de ceder ante seres celestiales, espíritus, reyes o sus ministros, ya que en todos sus actos hay la vana búsqueda de la fama y el beneficio. En lugar de ello, ofrezcamos el mérito espiritual de levantar humildemente el kesa del Buda por encima de nuestra cabeza, ¡será un gozo auténtico!

Dado a la sangha de Kannondōri en el Templo de Kōshōhōrin-ji en el primer día de invierno en el primer año de la era Ninji [17 de octubre 1240].

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1. Se refiere al Templo de Shaolin (jp. = Shōrinji 少林寺) del Monte Song (Jp. = Sūzan 嵩山), fundado por Bodhidharma (ss. V-VI), según la leyenda.
2. Daikan Enō (jp), Huineng (ch.), 638–713, sexto patriarca del Zen.
3. Monte Ōbai (jp.), o Huangmei (ch.), monasterio de Daiman Konin (jp.), Hongren (ch.), 601–674, maestro de Huineng.
4. Se refiere al Templo de Baolin-si (jp. Hōrin-ji), del Monte Caoxí (jp. Sōkei), del que fue abad Huineng.
5. Son los emperadores Xuanzong (Chung-tsung, 712–756), Suzong (Su-tsung, 756–762), y Daizong (T’ai-tsung, 762–779).
6. Seis Mundos de la Existencia: el de los seres infernales, el de los espíritus hambrientos, el de los animales, el de los humanos, el de los asuras, y el de los devas.
7. Los dragones temen al calor de un incendio, los fuertes vientos del desierto, y ser devorados por un garuda, ave también mitológica.
8. Dado que la leche con agua es todavía leche a pesar de quedar diluida. Los demás fluidos mencionados en cambio, la envenenarían.
9. Hsiao-ming es el emperador Ming o Ming Di (58-75).
10. Makakashō (sc. Mahakashyapa, uno de los diez grandes discípulos del Buda y su primer sucesor como patriarca de la Sangha).
11. Seigen Gyōshi (ch. Qingyuan Xingsi, 660-740) y Nangaku Ejō (ch. Nányuè Huáiràng, 677–744) fueron herederos directos del Dharma del sexto patriarca Daikan Enō, formando así dos ramas dentro de la tradición Zen, la Soto (ch. Caodong) y la Rinzai (ch. Linjí).
12. Referencia al hecho de reunirse con otros miembros de la Sangha para zazén, los retiros o las ceremonias religiosas.
13. La palabra que Dōgen utiliza para “ancianos” es para una edad de más de cincuenta años.
14. El kesa de sesenta piezas se refiere a un kesa de quince bandas.
15. Dōgen da una descripción un poco más detallada de este método en Den’e, “La transmisión del Kesa”.
16. Dinastías Liang (ss. V), Ch’en (s. VI), Sui (ss. VI-VII), Tang (ss. VII-X) y Song (ss. X-XIII).
17. Gran Vehículo, el Mahāyāna, y el Pequeño Vehículo, el Hinayana.
18. Dōgen no está afirmando que el kesa posea propiedades mágicas que ahuyenten mal, sino más bien que aquel protege al portador ya que le sirve constantemente de recordatorio sobre la finalidad por la cual uno se puso inicialmente ese manto, además de servir como signo externo sobre el compromiso espiritual de la persona que lo lleva.
19. Una antigua visión india sobre que la seda es un hilo creado por un ser vivo; no siendo de origen natural por sí mismo.
20. Una referencia a los estudiosos que son implacables en su obsesión por hacer distinciones sobre términos y sus significados.
21. Metáfora de Dōgen refiriéndose a incienso y flores. “derramar flores” a veces se entiende que significa "lectura de sutras”. Encender flores y esparcir flores también se asocia a la práctica de uno mismo.
22. Es decir, algunos lo pueden tomar como una rutina ponerse el kesa y olvidar que lo llevan, pero su sola visión, aunque sea parcial, les recordará por qué lo llevan evitando una regresión en su formación y práctica.
23. Dragones, pishachas, etc., son una relación de seres míticas originalmente violentos o seductores, pero que, tras su conversión al budismo, han pasado a ser guardianes espirituales. 
24. Dōgen explica más adelante cuáles son éstas Habilidades Trascendentes.
25. Es decir, no es de un intenso color primario puro, pero cuyo brillo haya sido suavizado mezclando algún otro color.
26. Estos son los grandes mantos de los cuales Dōgen hablaba antes. El significado del término sánscrito samghāti, así como otros nombres específicos, se explican más adelante en el texto.
27. Un hasta es una medida india de longitud variable. Un hasta es la distancia desde el extremo del codo hasta la punta de su dedo índice o hasta el puño, oscilando entre los 40,64cm a los 50,8cm.
28. El kesa de piezas independientes consta de piezas de tela recortadas (segmentos) cosidas en vertical formando bandas, que luego se unen entre sí lateralmente y afirman al conjunto mediante tiras de tela en los lados del rectángulo que forman. El manto plisado está hecho de una sola pieza de tela, a la que se le van haciendo pliegues verticales y luego se cosen hasta tomar la apariencia de bandas. La kesa recogido se hace también de una pieza sin cortes en la tela, haciendo pliegues verticales, entre cuyas bandas se realizan segmentos separados que son cosidos juntos. El manto liso es una pieza de tela con un dobladillo.
29. Es un tipo de costura a mano en el que una primera puntada se hace hacia atrás en el lado frontal de la tela y se hace luego una puntada hacia delante de doble longitud en el reverso a fin de formar una sólida línea de costura en ambos lados.
30. Se trata de cuatro de los grandes emperadores chinos de la antigüedad: Wu de la dinastía Liang (502–549), fundador de la dinastía, llamado “el emperador bodhisattva” por haber recibido los Preceptos y por su actuación pública de inspiración budista: creación de universidades y estudios, prohibición de los sacrificios de animales, oposición a la pena de muerte, etc. Emperador Yang de la dinastía Sui ((569–618), conquistador de Vietnam i iniciador del Gran Canal de China. Emperador Y los emperadores Suzong (Su-tsung, 756–762) y Daizong (T’ai-tsung, 762–779) de la dinastía Tang, ya antes mencionados (ver nota 5).
31. Entonces en China era habitual que los laicos tomaran solamente los primeros cinco de los Diez Grandes Preceptos. Tomar los Preceptos del Bodhisattva es tomar todos los diez, así como los cuarenta y ocho Preceptos Menores. Estos preceptos se pueden encontrar en el Sutra de la Red de Brahma.
32- Príncipe Shotoku (574 – 622), hermano del emperador Yōmei, introductor del budismo en Japón, favoreciendo su extensión y la fundación de numerosos monasterios.
33. Emperador Shōmu (701 – 756), devoto budista, promovió la construcción de numerosos monasterios y estatuas de budas, entre ellas la famosa y monumental del buda Vairocana a Todai-ji (provincia de Nara).
34. Costura que consiste en alternar puntos de sutura de una misma longitud, uno en la parte frontal de la tela y otro en el dorso.
35. Las tres clases de seres santos son los budas, los discípulos laicos y los monjes. Pratyekabudas (jp. Engaku): lit. “el iluminado por sí mismo”, es aquel ser que, en una época en la que no hay Buda, se da cuenta por sí mismo de la verdad de la impermanencia mediante la observación de los fenómenos naturales. Shravakas (jp. Shōmon): lit. “el que oye la voz” del Buda, discípulo budista hinayana que sigue el Dharma de Buda con objeto de alcanzar el estado de arhat y, finalmente, alcanzar el nirvana, la extinción total del sufrimiento y los renacimientos. Pratyekabudas y Shravakas constituyen las personas de los Dos Vehículos que, a diferencia de los bodhisattvas, buscan su propia emancipación sin pensar en la predicación para instruir a otros.
36. Los Cinco Falsos Puntos de Vista son: 1) el apego a uno mismo o a otros; 2) la creencia en la existencia de un Yo, eterno o no, 3) la negación de causa y efecto, 4) sostener que los tres puntos de vista precedentes constituyen la Verdad, 5) la creencia de que sólo la adhesión estricta a los Preceptos conduce a Iluminación.
37. Tal como a continuación describe, el Canon es el Tripitaka y sus “tres cestos”: Sutras (enseñanzas del Buda), Vinaya (reglas monásticas) y Abidharma (comentarios). El nombre de Canon es el dado por la tradición china Mahāyāna, que ordena los textos anteriores de manera distinta e incluye otros textos posteriores como sutras Mahāyāna y escrituras del budismo esotérico. Su nombre chino es Dàzàngjīng, y en japonés Daizōkyō, significando en ambos casos Gran Tesoro de los Sutras (大蔵経).
38. Los Āgama, denominación Mahayana del Sutrapitaka. Los sutras son ordenados en cinco grandes grupos, incluyendo comentarios para cada uno de ellos: Dīrgha Āgama o Discursos Largos, Madhyama Āgama o Discursos Medios, Saṃyukta Āgama o Discursos Enlazados, Ekottara Āgama o Discursos Numerados, Kṣudraka Āgama o Kṣudraka Piṭaka, Colección Menor. Los materiales adicionales son: colecciones de Āgama parciales y sutras independientes incluidos en el canon chino; pequeños grupos de sutras o sutras independientes del canon tibetano; sutras reconstruidos a partir de manuscritos antiguos en sánscrito u otros idiomas de la India antigua; pasajes y citas de los Āgama que se conservan en sutras Mahayana, textos, o comentarios del Abidharma posteriores; frases aisladas conservadas en inscripciones y monumentos antiguos. 





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